A la hora de desarrollar un proyecto, es importante tener un buen Briefing por parte del cliente, donde se especifique en detalle sus características y objetivos. Como freelance, me he enfrentado en multitud de ocasiones a proyectos que el propio cliente no tiene bien definido.
Cuando no se tiene claro qué y cómo lo queremos, suele llevar a hacer el trabajo una y otra vez, debido a las improvisaciones o cambios sobre la marcha, haciendo que la propuesta del diseñador se quede en papel mojado para tener que volver a empezar de nuevo, con la pérdida de tiempo e incremento de costes que conlleva.
Por ello es importante, antes de comenzar a diseñar una campaña publicitaria, crear un catálogo informativo, maquetar una revista o cualquier otro material impreso o digital, tener claro al menos lo siguiente:
- Objetivos que se quieren alcanzar con la realización de este material.
- Mensaje que se quiere transmitir.
- Línea gráfica previa si la hay.
- Información sobre la compañía.
- Formato y número de páginas.
- Si será en soporte digital o irá impreso. En tal caso tirada aproximada e impresor encargado de realizarla.
- Mensaje claro y textos de contenido.
- Logotipos e Imágenes. Éstas últimas si son propias del cliente o de bancos de imágenes publicitarias.
Organizar contenido.
Con toda la información del cliente, para mí lo primordial es estudiarla bien. Ordenarla (no solo fisicamente, sino darle estructura).
Leer bien todos los textos. Parece obvio pero a veces se hace solo una revisión por encima, sin percatarse de posibles errores de redacción o simplemente de posibles mejoras en los textos que se pueden proponer para mejorar el mensaje.
Si son solo textos orientativos, es necesario redactarlos de forma que los el contenido quede claro y atractivo, y siempre revisar la ortografía.
Particularmente a mí me gusta hacer un boceto en papel de la estructura y diseño inicial. Cada vez hay menos gente que lo hace, pero creo que aporta una idea mucho más solida y definida de lo que vamos a hacer. Con todo bien estudiado y ordenado, y con un boceto más o menos elaborado, es hora de elegir el programa más adecuado para la realización del proyecto. Y a continuación, ¡a por ello!
FASE DE DISEÑO. la propuesta del diseñador.
Este es el momento que preferimos todos los diseñadores.
Tenemos claro lo que vamos a hacer y estamos prácticamente viendo cómo va a quedar. Hemos entendido la filosofía de la empresa, hemos conceptualizado correctamente lo que quieren transmitir y lo que su público necesita. Lo hemos plasmado en nuestros bocetos. Hemos hecho el diseño en nuestro ordenador y revisado en varias ocasiones. Nos parece que «lo hemos bordado».
Y en la mayoría de ocasiones así es.
Pero otras veces, al presentar la propuesta al cliente, no siempre es lo que espera. Y nos propone ciertos cambios y modificaciones que, en cierto modo, desvirtúa la esencia inicial de lo que habíamos creado. En la mayoría de ocasiones, esto sucede porque el briefing no está suficientemente bien definido, de ahí la importancia de afinar en el briefing antes de iniciar el diseño.
EL EQUILIBRIO ENTRE LO QUE EL DISEÑADOR PROPONE Y LO QUE EL CLIENTE DECIDE.
En estos casos lo más beneficioso es buscar el equilibrio.
Es cierto que el cliente necesita un diseño que le encaje al 100% en su filosofía de empresa. Es su catálogo (o lo que sea) y es la imagen que quiere dar de sí mismo, por lo que hay que ajustarlo lo máximo posible a sus preferencias, pero siempre sin dejar de lado la parte creativa, la armonía, la estética o la limpieza, tanto la visual como la de contenido. Y por supuesto, siempre siguiendo la misma línea de diseño.
Bajo ningún concepto debería haber cambios de estilos radicales entre varios materiales gráficos de la misma empresa. Siempre ha de haber un hilo conductor entre todos ellos, que sin ser iguales ni mucho menos, sí han de respetar siempre las bases de la imagen corporativa.
De lo contrario no se conseguirá una imagen sólida, ni un mensaje claro, ni dar seguridad como compañía, sino confundir al cliente final y en cierto modo desorientarlo.
Ahora bien, conviene hacer algo de autocrítica. Si nuestra propuesta de diseño no encaja al 100% en lo que el cliente quiere, hay que estudiar por qué, qué hacer para que se aproxime lo máximo posible a lo que espera y qué preguntarle en el briefing para que esa información la tengamos disponible desde el principio.
Y si el cliente tiene claro qué quiere y cómo, aunque desde el punto de vista del diseño o de marketing no nos parezca lo más acertado, debemos comunicarles nuestra opinión, por si la quiere considerar, pero la decisión lógicamente es suya.
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